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Huelga en la Villavesa: Mas alla del conflicto laboral, un debate sobre inclusión y movilidad sostenible

Sandra Mendoza Barrera

Pamplona, Junio 2025


La huelga en el servicio de villavesas de Pamplona ha puesto en jaque la movilidad de la ciudad y ha abierto un debate profundo sobre el modelo de transporte público que queremos: uno que no solo garantice derechos laborales y sostenibilidad ambiental, sino que también sea verdaderamente inclusivo para todos los ciudadanos, incluidas las personas que comparten su vida con animales de compañía.


Un conflicto laboral con impacto social y ambiental

El origen de la huelga radica en la exigencia de los trabajadores de TCC, la empresa concesionaria, de un convenio colectivo justo, mejoras salariales y condiciones laborales dignas. Tras meses de negociaciones infructuosas, los paros han reducido el servicio al 40%, afectando especialmente a quienes dependen de la villavesa para su vida cotidiana: personas mayores, estudiantes, trabajadores y ciudadanos sin acceso a vehículo privado.

Esta reducción del servicio no solo genera incomodidad y pérdida de tiempo, sino que, según datos de la propia Mancomunidad, ha provocado una caída de hasta 15.000 usuarios semanales. Muchos de ellos, ante la falta de alternativas, han vuelto al coche privado, lo que implica un aumento de emisiones de CO₂, más tráfico y un retroceso en los objetivos de sostenibilidad ambiental que Pamplona venía alcanzando con su apuesta por el transporte público.


Accesibilidad: más allá de la edad y la discapacidad

La accesibilidad en la villavesa se ha centrado tradicionalmente en garantizar asientos y espacios para personas mayores y con movilidad reducida, cumpliendo la normativa estatal y autonómica. Sin embargo, la inclusión debe ir más allá de la edad o la discapacidad física: debe considerar la diversidad real de los usuarios urbanos, incluyendo a quienes necesitan viajar con sus animales de compañía.

Actualmente, la normativa de la Mancomunidad exige que los perros viajen en transportín, con un peso máximo de 8 kg y dimensiones muy reducidas. Esto excluye de facto a la mayoría de los perros y, por tanto, a muchas personas que dependen de ellos para su bienestar emocional o su día a día. No hablamos solo de mascotas, sino de miembros de la familia y, en muchos casos, de animales de apoyo emocional o de asistencia.


Por qué apoyar la desaparición del transportín

Defender la desaparición del transportín como requisito obligatorio no es solo una cuestión de comodidad o capricho. Es una apuesta por un transporte público más inclusivo, moderno y alineado con los valores de una sociedad que avanza hacia la convivencia respetuosa y la integración de todas las realidades.

Argumentos a favor:

  • Inclusión real: Permitir el acceso de perros con correa y bozal (como ya ocurre en ciudades como San Sebastián, Palma o Ourense) facilita la vida de personas mayores, familias y ciudadanos que no pueden dejar a su animal solo en casa.

  • Salud y bienestar: Las mascotas contribuyen al bienestar emocional y la salud mental, especialmente en personas mayores o en situación de soledad.

  • Sostenibilidad: Cuantas menos barreras haya para usar el transporte público, más usuarios se sumarán, reduciendo el uso del coche y las emisiones de CO₂.

  • Equidad: El modelo actual discrimina a quienes tienen perros medianos o grandes, limitando su derecho a la movilidad.


Críticas y resistencias

Los detractores de eliminar el transportín argumentan que puede generar molestias, suciedad o problemas de convivencia. Sin embargo, la experiencia de otras ciudades demuestra que, con normas claras (correa, bozal, zonas específicas en el bus, responsabilidad del dueño), la convivencia es perfectamente posible y los incidentes son mínimos.

Por otro lado, la huelga ha puesto de manifiesto que el verdadero problema de fondo es la falta de inversión y voluntad política para modernizar el transporte público, hacerlo más sostenible y adaptado a las necesidades reales de la ciudadanía, tanto humanas como animales.


Conclusión: hacia un transporte público más humano y sostenible

La huelga de la villavesa es una oportunidad para repensar el modelo de transporte público de Pamplona. No basta con resolver el conflicto laboral: es necesario avanzar hacia un sistema que sea ecológico, eficiente y, sobre todo, inclusivo. Apostar por eliminar el transportín obligatorio es dar un paso hacia una movilidad más justa, donde todas las personas —y sus compañeros animales— tengan cabida.

Pamplona puede y debe ser referente en movilidad sostenible e inclusiva. La solución está en el diálogo, la innovación y la empatía: con los trabajadores, con los usuarios y con todos los seres que forman parte de la ciudad.

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